Antes de ser cuidada, yo cuidaba. Entonces yo creía que sabía lo que hacía y que atender hasta lo que yo decidiera, era lo correcto. Tal vez sí…

Ahora que soy cuidada, agradezco y disfruto de las atenciones de quienes me atienden. Añoro aquellos descansos serenos después de largas jornadas; me consideraba útil, profesional, respondía a la demanda…

En esta época de mi vida, estoy en el otro lado del servicio. Me gusta comprobar el respeto a mi personalidad, a mis características, que son únicas; la naturalidad con la que se hace frente a mis miserias, ese sentimiento de verme protegida pero respeta en mi cada vez más limitada independencia, ver la prudencia ante mi intimidada, mis pequeñas y grandes manías y comprobar cómo se adaptan a mis iniciativas aunque muchas veces no las comprendan.. ¿lo malo? Claro que existe pero a veces pienso que lo malo se ha creado para que sirva de comparación con lo bueno. Y… bueno hay mucho.

Me siento bien…